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H. Zynisch y los papeles del timonel

Robots

Robots Bajaba por la calle fría como si fuese la última. Aquello no era viento, pensé, aquello -- esto -- era sólo por llevar la camisa desabrochada. Ya no se hacen como las de antes. O yo ya no visto como antes. Recordé las palabras que me habían trastocado. La calle era plana, yo la paseaba sin saber por donde, pero terminé bajando hacia casa. Di un rodeo. Todavía no he encontrado aquella página que me tengo prometida, pensé. Y aún no lo he hecho, así que todavía me miento, y escribo. He leído mil consejos de cómo sobrevivir, porque ya me han dicho que vivir, lo que se dice vivir, sólo se hace en la infancia. He aprendido que la conciencia crítica también es impúdica en muchas ocasiones. Aquel grupo de chicos aguardaba sin paciencia a que el más torpe de todos ellos teminase. La llama iluminaba sus rostros en aquella esquina que no les resguardaba. Cuando llegue, tengo que dejarlo y buscar aquella página. Y tengo que enviar los papeles, todavía me faltan documentos que preparar. Debería parar con todo esto y seguir leyendo lo otro o seguir durmiendo. Maldita camisa, no se hacen como antes. Quizás debería abrocharla. No me gusta el cartel de obras ni las cabinas que no funcionan. Sigue siendo absurdo, al final sé lo que va a pasar. Tardan mucho en abrir. He visto el mismo vídeo 20 veces. El dinosaurio. ¿Cuándo voy a despertar? Es como volver a la escuela. El dinosaurio. El pobre chico torpe se sintió, por un momento, poderoso. No duraría mucho, se notaba en sus caras aburridas, impacientándose por el viento. No me gustaron aquellas palabras. Sí, se extinguió la llama, pero yo sigo viendo robots.

1 comentario

dietrich pause -

sólo por esa puerta tras la cual se agolpan los engendros ya merecería la pena.
Pero cada papel húmedo que recojes, salvándolo del hundimiento...esa labor desgasta, Zynisch.
tengo para ti guardadas en salitre una chapa del tenebroso Este de Berlín.